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viernes, 21 de diciembre de 2012

Mi Embarazo


Me tomaba una Coca Cola mientras charlaba con una compañera y amiga en el descanso de un curso sobre igualdad al que asistíamos en el trabajo. De repente me empecé a sentir mal, algo no iba bien. Mientras me giraba le dije a mi compañera que iba al baño y solo recuerdo que ella me dijo que también iba. Ya no recuerdo mas, lo siguiente que supe es que estaba en el suelo, me dolía todo y mi amiga gritaba pidiendo ayuda porque había sangre por todas partes. 

Me desmayé, en mi caída fui a dar contra la esquina de una mesa y a resultas de ese golpe hoy conservo mi cicatriz, dejé atrás severos hematomas y contusiones, dientes astillados y contracturas musculares. En urgencias, y antes de que me hicieran nada, tuve la precaución de avisar que desde hacía un mes habíamos decidido comenzar con la búsqueda del bebé. Las pruebas no mostraron evidencias de embarazo alguno y así me lo hizo saber el enfermero de turno a voz en grito: "¡No, mi niña, tu no vas a tener ningún hijo!". Tres semanas después descubrí que tanto las pruebas como el enfermero estaban completamente equivocados. 

Recuerdo las primeras semanas de mi embarazo como algo borroso, un nubarrón con muchos dolores y con mucha tristeza. Estaba amoratada, casi no podía moverme sin sentir dolor en alguna parte del cuerpo y me derrumbaba cada vez que veía mi cara en el espejo por accidente pues estaba muy hinchada y con moretones. Vamos, que parecía que me habían dado una soberana paliza. 

Cuando supe que estaba embarazada todo cambió, llegaron la luz y los colores de nuevo a mi vida, todo lo demás dejó de importar. Me hice la prueba de embarazo dos veces porque no nos lo podíamos creer y todo cobró sentido. En ese preciso momento supe a ciencia cierta que mi hijo sería varón y que se llamaría Iker. Un niño que llegaba con fuerza y con mucho entusiasmo a nuestras vidas. Así, sin mas. Sin explicaciones razonables, lo supe.

Debido a mi caída me administraron medicación no apta para embarazadas y me sometieron a un montón de pruebas contraindicadas así que el miedo y las dudas eran muchas. Pasé dos veces por la amniocentesis, la primera por decisión propia y la segunda porque "el laboratorio no tenía un resultado válido", ni bueno ni malo, no había resultado. 

A mediados del segundo trimestre me diagnosticaron Diabetes Gestacional con "Fenómeno del Alba" incluido. Caminaba, subía y bajaba escaleras a diario, iba a natación también a diario, cumplía con la dieta establecida para dicha diabetes y aún así no pude evitar el pinchazo de insulina de todas las noches. 

Pero recuerdo mi embarazo como el más feliz, lleno de ilusiones y esperanza, rebosaba vida. Experimenté mil y una nuevas sensaciones, conocí a otras mujeres que también estaban embarazadas y a quienes hoy sigo viendo junto con sus hijos. Son recuerdos inolvidables que siempre irán de la mano. Aprendí y sigo aprendiendo sobre el nuevo mundo que se abrió ante mi que es el de la maternidad. Y ni se imaginan la de veces que pensé en entrar con mi gran panzota cada vez que pasaba por delante de aquel hospital donde fui a urgencias tras mi desmayo solo para darle la buena nueva a aquel enfermero indiscreto y gritón. De hecho, hoy no puedo evitar seguir pensándolo.

Me empeñé sin ser del todo consciente de tal empeño en ser feliz, en rodearme de luz y color, o tal vez era mi hijo quien lo irradiaba desde dentro. Y como ya se sabe, lo bueno atrae a lo bueno, la luz atrae a la luz...

martes, 20 de marzo de 2012

Diabetes Tipo 1


Mi experiencia con la diabetes duró las dos terceras partes de mi embarazo. Tuve diabetes gestacional, y además fui de las que le costaba mucho controlarla, por mas que cumplía con las rigurosas comidas y el ejercicio no siempre las tenías todas conmigo. Es más, al final fue inevitable eludir los pinchazos de insulina porque descubrieron que, durante las noches, mi organismo se veía aquejado por algo llamado "Fenómeno del Alba". Al parecer, durante la noche se produce un aumento de las hormonas del crecimiento que se opone a la acción de la insulina. Créanme, resultaba muy frustrante el no poder controlarlo por mas que lo intentase.

Les cuento esto por tres razones. La primera, porque a raíz de ahí, yo misma, he sido siempre muy consciente de lo duro que es padecer esta enfermedad. Es duro llevar una vida de controles y cuidados. Es duro no tener la libertad y la despreocupación de la persona que no la padece. Pero debe ser aún mas duro si la padece un niño

La segunda razón es porque le hice una promesa a Mila del blog "Jaime, mi dulce guerrero". Le dije que la ayudaría en su cruzada de transmitir y dar conciencia acerca de la diabetes tipo 1. En su blog podrán encontrar respuestas a sus preguntas así como todo tipo de información al respecto. Ella está haciendo una labor encomiable, no solo con su difusión sino con su propio hijo. ¡Tu sí que eres una guerrera Mila!. 

La tercera razón es porque se que este tipo de diabetes se diagnostica principalmente a niños, adolescentes y adultos jóvenes. Es mi cometido aquí ayudar a otras madres a estar alerta para poder identificar la enfermedad. Comprendan que yo no soy médico sino una mera informadora. 


La insulina se necesita para movilizar el azúcar de la sangre (glucosa) hasta las células, donde se almacena y se utiliza después para obtener energía. En la diabetes tipo 1, estas células producen poca o ninguna insulina. Sin la insulina suficiente, la glucosa se acumula en el torrente sanguíneo en lugar de entrar en las células y el cuerpo es incapaz de usarla para obtener energía. Esto lleva a los síntomas de diabetes tipo 1.

  • Mucha sed
  • Orinar frecuentemente
  • Sentir mucha hambre o cansancio
  • Pérdida de peso espontáneamente
  • Presencia de llagas que tardan en sanar
  • Piel seca y picazón
  • Pérdida de la sensación u hormigueo en los pies
  • Vista borrosa


Si observas en tu hijo estos síntomas, no dejes de acudir a un médico para que pueda efectuar los análisis pertinentes y dictaminar  si padece la enfermedad o no. No cuesta nada y le harás un bien a tu hijo identificando la enfermedad a tiempo.