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lunes, 1 de abril de 2013

Besos De Colores


Hay besos de todos los colores, ¿lo sabían?. Hay besos rosados, verdes, azules, rojos... De todos los colores que se les pueda ocurrir, o mejor, de todos los colores que se le pueda ocurrir a un niño. Sus besos son infinitos en variedad y en contenido. Y es que el amor sin límites tiene esa particularidad, hace que los besos sean de colores.

Les cuento también que esta maravilla no la aprendí yo sola, no. Me lo enseñó toda una eminencia en esto de los besos, mi hijo. Alguien que hace que cada beso sea especial, no solo por el color sino por sus dedicatorias y el deseo y la ilusión que imprime en cada uno de ellos.

Me pregunto si alguna vez también supimos este secreto a voces y de ser así, en qué momento comenzamos a olvidarlo, a ponerle tantos límites y rociarlo con tantos prejuicios que terminamos bloqueados. Qué bonito es ver la vida, y los besos, de colores. Yo, que creía ver muchos colores, me sorprendo cada día con las diferentes gamas que existen y que desconocía o había olvidado.

Y aún mas, los besos de colores, y los incoloros, también son curativos. Curan cualquier "pupa" con efecto inmediato. A mas besos menos pupas y mas risas y cosquillas.

No solo soy feliz por haber conocido esta realidad sino por tenerla cada día...
"-Mami, te voy a dar un besito rosado ¿si?
  -¿Un besito rosado?
  -Si mami, mira... ¡muaaackk!. ¿Lo ves? es rosado. Para tí siempre rosado mami. Y ahora ¿quieres uno verde?.
-Si, mi cielo, a mi me gustan todos tus besos, de todos los colores..."

viernes, 14 de diciembre de 2012

Reseña: "Amos Y Mazmorras"



Tenía muchas ganas de leer a Lena Valenti fuera de la Saga Vanir, quería ver como se desenvolvía en otros escenarios y ella nos ha sorprendido no con un libro sino con dos. Hoy les traigo la reseña de "Amos Y Mazmorras", y como ambos libros han venido juntos la reseña también lo será.

En esta ocasión salimos de lo paranormal para adentrarnos en la DS (Dominación y Sumición) y/o BDSM (Bondage y Sadomasoquismo). 
El primer dilema era encontrar una buena historia que se diferenciara de las demás (del tipo de las trilogías Cincuenta sombras, Crossfire y demás sucedáneos) y nos introdujera en ese nuevo mundo. La intención fundamental según la propia Lena es tratar de ayudarnos a eliminar los prejuicios existentes y darnos una visión mas amplia y natural del tema. 

En cuanto al dilema les diré que consiguió una buena historia aunque algo tirada de los pelos como quien dice, vamos, que hay hechos muy discutibles. Hay muchas casualidades y al principio no me parece muy conseguido el hecho de que los personajes sean americanos pero la historia se cuente en primera persona y como si nunca hubieran estado allí, como si fueras un visitante que lo ve por primera vez, debido a esto, ese sentimiento de arraigo fue suprimido. Sutilezas aparte, he de decir que con la intención consigue barrer los posibles "fallos" anteriores.

Se esmera de forma muy evidente, quizás demasiado, en eliminar los prejuicios que podamos tener sobre el BDSM. Tanto empeño literal quizás le ha robado algo de naturalidad a la historia. No he podido evitar acordarme de "El Mundo De Sofía" de Jostein Gaarder, una novela que trata de explicarnos cómo es el mundo desde la filosofía pero que también pierde algo de naturalidad con los "tecnicismos". Y es que esa delgada línea entre la explicación y la realidad natural  suele estar muy borrosa y es muy fácil traspasarla. Fuera de esto, el entorno, el ambiente contado por Lena resulta de lo mas sexy.

Lena Valenti, rescata la serie "Dragones y Mazmorras" conocida por todos hasta por tararear su tema principal de los dibujos animados y se convierte en el trasfondo de este libro, un juego de rol adornado con Dominación y Sumisión. Un juego al que los protagonistas se verán obligados a jugar para rescatar a alguien especial de las garras de una "mafia". Con un comienzo así no pasas por el coqueteo y los primeros pasos, al contrario, te ves envuelta en este mundo de sopetón, y te zambulles sin pestañear. 

El sello inconfundible de Lena Valenti está impregnado en cada una de las páginas de ambos libros tanto por su prosa como por su especial estilo seductor y, por supuesto, por el carácter fuerte y con aspiraciones tan marcado en todas sus mujeres.

Como todo juego tiene unas reglas en las que nuestra autora se ha detenido con especial atención. No los voy a engañar, aburre leerlas, como ocurre con todas las reglas de todos los juegos especialmente porque te puede la anticipación. La mayoría somos de los que echamos una mirada somera a las reglas y empezamos a jugar y a solventar las cuestiones según se vayan presentando. 

Nada mejor que un juego donde hay buenos y malos para desmitificar el SD, y explicar sus cimientos distinguiéndolos de sus desviaciones. Las reglas son claras y nadie está obligado a nada. Eso si, la parte de la instrucción es formidable, un regalo tras la larga diatriba de reglas. Lena Valenti ha eliminado de la ecuación incluso nuestro posible sentimiento de culpa derivado de los propios prejuicios sobre este tema, de tal manera que el hecho de que todo esté tan justificado, la historia y el modo en que los personajes se han visto envueltos en esta situación hace que una se sienta que está cumpliendo su deber como agente del FBI.

La protagonista, Cleo, es tan nueva en este mundo que se convierte en nuestra voz, nuestras manos. Dudas y preguntas salen de su boca como si fuera la nuestra, un buen hilo conductor para nuestra identificación con la trama y una excusa perfecta para que la autora nos explique todo desde sus raíces. La propia Lena nos muestra su disconformidad con la forma en la que se ha presentado este tema en otros libros muy conocidos mediante críticas veladas de Cincueta Sombras e incluso de Crossfire.

Quizás con mucha inocencia pero desde el respeto ha conseguido fijar la diferencia, explicar las bases y los sentimientos que los circundan y nadie mejor que Lena para expresar los sentimientos de sus personajes. Otro hilo conductor muy familiar en ella y que forma parte de su sello indiscutible.

El humor es otro de los elementos que compone el sello de Lena y la prueba irrefutable de ello es el hecho de haberme encontrado riendo a carcajadas un día cualquiera a las cuatro de la madrugada  sabiendo que iba a dormir bien poco y que lo pagaría muy caro al día siguiente pero, eso si, disfrutando siempre de su lectura. 

Si quieres disfrutar de la lectura y de paso aprender un poco mas sobre este tema, "Amos y Mazmorras" es el ideal  y siempre desde el respeto y la comprensión. 

Gracias Lena Valenti por este regalo de navidad y por tu capacidad de romper con los cánones preestablecidos, no solo a la hora de escribir a cerca de algo sobre lo que ya han escrito otros de forma que parezca totalmente nueva sino también por eliminar esa tendencia a las trilogías cuando son innecesarias. Con tus dos libros los has superado con creces.

Solo les digo una cosa mas, el Rey León no volverá a ser el mismo para mi a partir de ahora. Quien haya leído estos libros sabrá entenderme... ;)

lunes, 16 de enero de 2012

La Completa Aceptación


"SU COMPLETA ACEPTACIÓN ME HACE SENTIR TAN BIEN CONMIGO MISMA". 





Hoy me he topado con esta viñeta de Cathy Thorne que me produjo una ternura indescriptible. En pocas palabras ha descrito exactamente lo que siento en situaciones como las de la imagen.

He de decir que soy muy asidua a bañarme con el peque, de vez en cuando llenamos la bañera y ahí que nos metemos los dos, bueno, los dos y mamá pata con sus patitos, dos cangrejitos, un perrito (¿o es una oveja?, aún no lo tengo claro), una pelota, una pistola de agua, varios pececitos y hasta un par de ranas. Todos de goma y asiduos acompañantes del peque durante el baño.

Al meterme en la bañera no puedo evitar sentir una especie de pudor, tanto más si coincide con que no has tenido tiempo de depilarte o estás un poquito mas rellenita de lo usual. Entonces miro a mi bebé, tan puro, tan inocente, tan libre de estereotipos y prejuicios que me mira con esa "completa aceptación". Con esa felicidad anticipada.

Luego ocurre algo muy bonito. No solo me desvisto por fuera sino también por dentro, me quito ese velo que cubre mis ojos hacia mi misma y me veo pura, en esencia, como él. Como si fuera niña otra vez, cuando no había otra cosa mas que el amor de tus padres y tus hermanas, los juegos y las sonrisas, sin nada que lo ensucie.

Jugamos, chapoteamos, nos embadurnamos de jabón, nos hacemos cosquillas. Hasta que nuestros dedos se quedan arrugados y el agua deja de ser tibia y empieza a enfriarse. Y renovados, relajados, refrescados y felices nos recibe papi con nuestras respectivas toallas. 

Y a tí, ¿también te han hecho sentir así?

domingo, 20 de noviembre de 2011

Mamá Trabajadora


Hoy me toca hacer una llamada de atención principalmente a nosotras mismas, las mujeres, y muy especialmente a las que son mamás. Últimamente he estado en varias reuniones entre amigos y conocidos y como suele pasar, terminamos las mamis hablando de nuestros peques y lo que nos preocupa por un lado, y los demás, por otro.

El caso es que me he topado con una situación algo incómoda, bastante, mas bien. En una conversación algunas mamis comentan lo duro que es para ellas el tener que ir a trabajar y dejar a los peques en casa con papá, o en la guardería, o en casa de la abuela, en fin... Sentimiento que por supuesto comparto, es muy duro perderse esos pequeños avances diarios de nuestros pequeñines y son muchas las voces femeninas las que se agitan, gritan y reivindican una conciliación familiar y laboral justa. Entonces, por qué en la misma conversación, cuando se trata el tema de alguna madre que ha decidido quedarse en casa cuidando de su hijo, nosotras mismas la condenamos y se escuchan comentarios del tipo: "Fulanita es una vaga que no quiere trabajar". 

Al margen de si fulanita es vaga o no, concepto bastante subjetivo por cierto, según para quien, y de las razones que tenga fulanita para haber tomado dicha decisión. No me puedo creer que aún hoy, nosotras, insinuemos que quedarse en casa a cargo del hogar y de los hijos sea sinónimo de ser vaga y de no hacer nada. Si precisamente se está hablando ya en muchos círculos de si las amas de casa deberían cobrar un sueldo o no, por ejemplo. ¿Por qué esa doble moral?. ¿No es una de las cosas por las que supuestamente todas estamos luchando?. 

Si, hablamos de conciliación laboral y familiar, pero, ¿la elección de qué porcentaje le dedicamos a cada uno también debería ser nuestra no?. Obviamente, si con un solo sueldo no llegas pues tu elección estará condicionada a eso. Pero no me refiero a ese caso, quiero decir que, en condiciones de disponibilidad de elección, nos gustaría ser libres de poder elegir ese porcentaje que queremos dedicar no?. Después de todo me he encontrado con ambos casos, los de las madres que cuando se les acaba la baja maternal desearían no tener que ir a trabajar y dedicarse a sus hijos a tiempo completo y los de las madres que, finalizada dicha baja, están deseando ir al trabajo para desconectar y retomar su vida laboral. Y entre medias de estas dos posiciones he encontrado también todo un abanico de posibles elecciones (trabajo en casa, menos horas de trabajo y mas en casa, etc..). Y ninguna es mejor o peor madre por eso, yo creo mas bien que tiene mas que ver con el sentimiento materno y otros puntos aplicables a cada caso individualmente.

Por último, nadie está diciendo que fulanita quiera estar sin trabajar toda la vida, sino el tiempo que ella considere oportuno hasta que su hijo tenga una mayor independencia. Son muchos los artículos que hablan sobre algunos países del norte, como Dinamarca o Suecia, donde las bajas maternales son de 50 y 96 semanas respectivamente, por ejemplo. ¿Cuantas no hemos deseado alguna vez tener esas ventajas?. Es mas, ¿cuántas no desearían poder quedarse en casa cuidando a sus hijos aún sin recibir contraprestación alguna?. Entonces ¿por qué criticamos a las que han tomado esa opción y que sí se lo pueden permitir o no pero no les queda otra?. 

Por favor, eliminemos esos prejuicios tan arraigados de nuestras mentes, reflexionemos sobre nuestras incongruencias y definamos lo que realmente queremos porque si no nunca avanzaremos en nuestros propósitos.
   

viernes, 7 de octubre de 2011

Maravillosa Lactancia


Por estos días, y con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia, se está montando mucho revuelo en lo referente a amamantar en público. Comenzaré diciendo que mi experiencia con la lactancia fue maravillosa. Al principio fue algo duro, aunque no por la lactancia en sí sino porque te pasas todo el embarazo preparándote para tu bebé que está por llegar, arreglando su cuarto, adquiriendo todo lo que puedas necesitar para su nacimiento, etc... Todo se hace con un fin, el parto y el consecuente nacimiento de tan ansiado bebé. 

Claro, llega el momento en que por fin tienes a tu bebé y llegas a casa desde el hospital toda ilusionada, deseando poner en práctica todo lo que has aprendido y todo lo que llevas meses esperando para hacer y te das cuenta de que tu cuerpo no responde como quisieras. Estás cansada, y eso que mi parto fue muy bueno y corto en comparación con otros. Pues bien, estás cansada, esa episiotomía que te hicieron está empezando a fastidiar, perdiste mucha sangre y tienes anemia y para colmo tu cuerpo hierve y se prepara para una erupción, la subida de la leche. En mi caso, la matrona que impartió las clases de preparación al parto nos insistió mucho en que no claudicáramos a las primeras de cambio, que al comienzo iba a ser duro pero que pasados unos días todo cambiaría. Y yo la creí a pie juntillas y, ya sabiendo esa información, me enfrenté con coraje a todo. Luego vino un proceso de amoldarnos el peque y yo a la nueva situación y mas tarde todo fue maravilloso, como me habían prometido. Disfruté cada minuto, cada segundo en que daba el pecho a mi hijo, siendo consciente de la maravilla que estaba ocurriendo una y otra vez (que fueron muchas porque hay que ver cómo comía mi pequeño tragoncito...) y siendo consciente también de que esos momentos no volverían a repetirse. Y es que los niños crecen tan rápido, cuando a penas cumplen el año ya son tan distintos del bebé que viste nacer...

Di el pecho a mi hijo hasta algo mas de los seis meses. Era el tiempo que tenía pensado darle el pecho ampliable o no según las necesidades y/o exigencias de mi bebé. Resultó que mi bebé, en cuanto empezó a comer otros complementos fue dejando paulatinamente de tomar el pecho. Fue algo tranquilo, a su tiempo y relajado, sin traumas por ninguna de las partes, todo muy natural.

En lo referente a dar el pecho en público, pues mas de una vez me tocó hacerlo pero nunca tuve ningún problema, nadie me miró mal, ni cuchicheó, ni puso malas caras y eso que yo estaba muy atenta porque soy de las pudorosas. Eso de sacarme un pecho en público no podía hacerlo con total soltura, aunque lo aparentaba, o lo intentaba al menos. Personalmente, quizás por lo pudorosa o vergonzosa que soy o mas porque me pilló el período de lactancia en medio de un verano excesivamente caluroso, no nos resultaba cómodo ni a mi ni al bebé lo de dar el pecho en público, nada comparado a la comodidad del hogar, claro está. Lo que vengo a decir con esto es que si me gustaba mas amamantar en casa era mas por comodidad y disfrute de esos momentos entre mi peque y yo pero nunca me vi afectada por críticas si lo hacía fuera de casa.

Ahora bien, bajo mi experiencia, creo que no está tan mal visto el amamantar a un bebé en público como el amamantar a un niño de mas de dos años en público. Queda mucho, mucho, pero mucho, para conseguir cambiar ese prejuicio tan arraigado. Yo, la primera. Me he hecho el firme propósito de tratar de verlo con naturalidad y si, cuesta, sobretodo cuando te parece que esos niños tan grandes y ya con todos los dientes en la boca buscan el pecho por pura golosina, o para matar el aburrimiento, o para llamar la atención. Todo prejuicios. Pero ¿qué sabe una de lo que siente otra persona? y por último, ¿quien es una para privar de ese disfrute tanto a la madre como al niño?.

No seré yo la que tire una piedra contra las mujeres que deciden alargar la lactancia, pues como he dicho, dar el pecho a tu hijo es de las cosas mas maravillosas que he podido experimentar y, ¿quienes somos todos para negarle eso a una madre que simplemente ha querido disfrutar de esa maravilla durante mas tiempo?.