Mostrando entradas con la etiqueta Temperatura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Temperatura. Mostrar todas las entradas

domingo, 11 de diciembre de 2011

New York, New York


¡Nos vamos de viaje! ¡¡Sí!! No veo la hora de salir, desconectar y volver con energías renovadas. Y no solo eso, es el primer viaje largo de nuestro peque y además, iremos a donde nos conocimos papi y yo (algún día contaré nuestra historia). Qué ganas tengo de enseñarselo todo y recordar con papi tan lindos momentos. Quien nos iba a decir que casi 10 años después volveríamos con uno mas en la familia.

Por otro lado, estoy muy preocupada porque el peque se nos vaya a enfermar con los cambios de temperatura. Todavía no he empezado a hacer las maletas y por ahora todo lo que se me ocurre meter son todas las medicinas que pueda necesitar, ¡hasta la de los chichones!... y abrigo, mucho abrigo. Si es que ya es preocupante que tu hijo se enferme pero si encima te pilla en otro país a mi al menos me añade mucha inseguridad. 

Con tanto preparativo he tenido que dejar para la vuelta lo del árbol de navidad. Allá a donde vamos siempre hay luces pero por estas fechas aún más, así que espero que cuando coloque nuestro arbolito no quede empequeñecido, ni que el peque se lance sobre él como hace cuando pasamos por una de esas tiendas de los chinos que los tienen en la puerta y todos iluminados.

Los abuelos han querido estar con el peque todos los días, lo echarán mucho de menos, estoy segura. Aún no nos hemos ido y ya lo extrañan, y eso que no estaremos mucho tiempo fuera. No se si el peque lo notará porque estaremos bastante ocupados, queremos volver a ver a tantos amigos que dejamos allí, ir a nuestros sitios preferidos y a otros nuevos y a los de obligatorio paso. Son tantas las cosas que queremos hacer que no se si nos dará tiempo de todo.

Espero poder escribir algo en el blog desde allí. En cualquier caso, las echaré de menos durante este breve tiempo desde New York, New York...




martes, 27 de septiembre de 2011

La Locura de la Fiebre y los Termómetros



El termómetro. Desde que estamos preparando la llegada del nuevo bebé, sobretodo si somos primerizas, ineludiblemente nos vemos enfrentadas a la "difícil" decisión de elegir el termómetro. No cualquier termómetro no, EL TERMÓMETRO. Porque claro, hoy en día hay tanta variedad; que si digital, que si infrarrojos,  electrónicos de oído, que si 4 en 1, que si 5 en 1...ufff. Y no ha sido hasta este fin de semana, cuando mi hijo tiene ya algo mas de 13 meses, que me ha quedado totalmente clara la cuestión. 

Pues bien, como decía, antes de que naciera mi hijo hice mi pequeña encuesta entre amigos, conocidos, matronas y demás personas susceptibles de ser preguntadas, y las opiniones eran tan variadas como la cantidad de personas a las que pregunté. Acabé comprando un termómetro digital con punta flexible pues la opción de los termómetros de oído me la desaconsejaron por excesivamente caros y poco fiables. Y porque ya no se venden los termómetros de mercurio de toda la vida, porque la amplia mayoría coincidía en que ya no se hacen termómetros tan fiables como aquellos. 

A partir de esa compra, damos un salto en el tiempo de unos catorce meses que  es cuando realmente hemos venido a necesitar el dichoso termómetro. Me pasé toda una tarde midiéndole la temperatura al niño, primero debajo de una axila, luego de la otra, luego volvía a probar con la anterior...y casi siempre me daba valores distintos. Probar en otros lugares del cuerpo se hacía imposible con tanta tensión por ambas partes. Claro, entre que el niño no paraba de moverse y yo que no atinaba con el lugar... Total, que al final le hacía una media de las temperaturas tomadas para llegar a la conclusión, de  lo que ya sabía cuando fui a coger el termómetro por primera vez, que efectivamente mi hijo tenía fiebre. 
No debería de haber sido algo preocupante, pero los nervios de ser padres primerizos y la frustración por ver al peque tan apagadito y todo ello mezclado con una buena dosis de efectos especiales (díganse vómitos, catarro y llanto del niño por el susto), nos nubló el entendimiento. Pónganse en situación, se juntan todos estos factores y nosotros que no atinamos a pensar con cordura. Así que a las primeras de cambio, nos vamos con el peque a urgencias. Y como si de un cuento de hadas se tratase cuando estuvimos delante del pediatra de turno el peque estaba mucho mejor, al parecer por el apiretal que atinamos a darle en un momento de lucidez antes de salir. Pensándolo retrospectivamente creo que debimos darnos cuenta de que el niño estaba mejorando cuando lo estábamos vistiendo a las 3 de la madrugada para salir y él no paraba de reír emocionado diciendo: "Calle! Calle!". Cualquier persona se hubiera dado cuenta de que un niño enfermo no actuaría así...Pero en fin, obviamente los momentos de lucidez escasearon.

Pues bien, nos situamos de nuevo delante del pediatra quien, por cierto, nos miraba con cara de estar haciendo ejercicios de relajación internamente para no pegarnos tres sopapos y, acto seguido, nos dio una charla sobre cómo nos preparan de pequeños a todos para reaccionar con pánico ante la fiebre. La fiebre, que es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo, que sube su temperatura para curar al niño y defenderle del ataque vírico o bacteriano. Tuve el suficiente tino como para percibir un leve atisbo de vergüenza pero dejé el pensamiento para mas adelante y regodearme en él.   

Y aquí estoy, con el peque ya mejor, mi mente aclarada y rescatando esa tarea por hacer. He llegado a varias conclusiones, aplicables a casos como éste, que simplemente era una reacción normal a una vacuna junto con la aparición de algunos dientes que por estos días amenazan con salir. Factores que ya sabía de antemano por advertencia de la pediatra y que aún así me permití "obviar" en ese lapsus de locura transitoria:

1.- Con mi actitud estoy también asustando y ayudando al niño a reaccionar de la misma incongruente manera en ocasiones futuras.

2.- Un termómetro me sirve para confirmar que efectivamente tiene  fiebre, qué mas da la medición exacta, si tocando al niño ya sabemos que quema y tiene fiebre.

3.- Y por último, SERENIDAD, SERENIDAD, SERENIDAD... que con la mente despejada se piensa mucho mejor. Estoy segura de que esta última será la más difícil pues ¿cómo no asustarse cuando ves a tu hijo tan mustio, echando la cabecita por todas partes y no siendo el trasto que suele ser siempre?.